Religión II
Uno de los engaños más crueles hacia nosotros, es la historia del dios Yahvé y la traición de su arcángel preferido Lucifer por su soberbia. (La palabra Lucifer proviene de luxfero, en latín lux es «luz» y fero «llevar»: quiere decir «portador de luz»). Esta historia es una manipulación de la realidad de los acontecimientos ocurridos en el comienzo de la historia de la humanidad, y nada tiene que ver con el bien y el mal que tanto nos inculcaron para sus oscuros propósitos.
Primero, Lucifer no era un arcángel bajo el mando del dios Yahvé, tanto Lucifer como Yahvé, estaban en iguales condiciones de poder porque ellos eran hermanos.
Segundo, Lucifer quería la independencia de las unidades de carbono, porque consideraba que tenían derecho a su evolución y “despertar” por formar parte del “Do”, y fue quien incitó a la desobediencia. Yahvé, por el contrario, consideraba que eran dueños de ellas por haberlas creado.
Tercero, Lucifer, conocido también como Satanás o Satán, que quiere decir “adversario”, (Shatán significa “opositor”en arameo), nombre que le fue dado tiempo después por las religiones, por su oposición a las ideas de dios, no es el príncipe de las tinieblas, en todo caso es el de la luz no manifestada por intervención de Yahvé. Para mantener alejado a los fieles (o sea, esclavos) de posibles “tentaciones” de saber más de lo que se debe, fue puesto como ícono del mal y del pecado por osar desafiar la voluntad del señor dios (Yahvé) y sus representantes.
Ahora veamos la traición de las religiones hacia el “Do” y el Demiurgo. Primero, Yahvé (Jehová) no representa al “Do”, pero tampoco al Demiurgo, porque éste no oculta la verdad ni tampoco impide que la unidad de carbono se libere mediante la conexión con la consciencia del “ser”, aunque tiene que defender y mantener su octava en la dirección correcta hasta la «cosecha». Segundo, al manipular el concepto de Lucifer, se perjudica al Demiurgo asociándolo a algo malo y contrario al “Do”, cosa que no es correcta. El Demiurgo es culpable de desviar la octava de creación, al no producir el choque necesario, por no haberse perdonado el error cometido, de atrapar al ser en la materia sin su conocimiento, pero no es malo ni tampoco bueno, solo cumple su función, y es, pese a su error, respetuoso del “Do”.
Tercero, si bien las religiones representan al Demiurgo correspondiente a nuestra creación, proclaman que el dios Jehova es el “Do”, por consiguiente Cristo es el hijo de Jehova, pero se aseguran de mostrarlo muerto y crucificado, vencido ante el poder del Demiurgo, haciendo quedar al “Do” relegado a los misterios de la iglesia y separado del Cristo, y poniendo a su vez al Demiurgo que ni si quiera es nombrado, como su opositor, Lucifer. Como verán todo es un verdadero enredo, especialmente creado para no llegar nunca a la verdad y poder seguir con el control total de este bendito mundo.
Aclarando todo este asunto, el “Do” es la fuente y nuestro creador como seres, el Demiurgo es el creador de esta realidad, y el servidor. Yahvé es nuestro amo como unidades de carbono, y su nombre en sumerio es Enlil. Lucifer es el hermano de Yahvé (o sea, de Enlil), y fué quien nos creo y desconectó del servidor para que tengamos la posibilidad de liberarnos, y su nombre sumerio es Enki. Las religiones fueron creadas para mantenernos sometidos a la voluntad de Enlil a través del miedo. El único representante del mal somos nosotros, y el único representante del bien también somos nosotros. En eso consiste el “libre albedrío”, en elegir la fuente o el servidor, dándole al cesar lo que es del cesar, y a Dios lo que es de Dios, y cuando los frutos (unidades de carbono) den semillas (seres conscientes) y la cosecha llegue, ser tomados y vueltos a plantar en una de las muchas moradas existentes en la casa del padre, el “Do”, correspondiente a la octava correcta, y acorde a nuestro grado particular de consciencia y amor (evolución) que hayamos logrado en esta realidad de nuestro Demiurgo correspondiente. “Nada es lo que parece, y la realidad, está detrás de lo aparente”.
Desde la interpretación del profano, Lucifer es el demonio, el diablo, satanás, mandinga, ahrimán, mammón, el macho cabrío, el ángel caído, el traidor a dios, la serpiente del paraíso, el dios de los infiernos, vamos, el peor de lo peor, el arquetipo de todos los miedos y del mismo mal de la humanidad personificado.
Ahora, desde la interpretación del iniciado las cosas cambian bastante, y Lucifer puede tomarse como lo que verdaderamente es, puede tomarse como arquetipo subjetivo, como arquetipo objetivo o como sujeto representativo. En el primer caso representa un colectivo, en el segundo un paradigma y en el tercero un personaje.
Desarrollando un poco estos conceptos, como arquetipo subjetivo podríamos decir que Lucifer es Jesús, Buda, Brahma, Zaratustra, Mahoma, un ángel, un arcángel o cualquier otro personaje histórico o mitológico acorde al arquetipo que representa desde la visión del iniciado.
Como arquetipo objetivo Lucifer representa al actual paradigma del Dragón (Humanidad) y a todos los que ejecutan ese paradigma, sean de este mundo o no. Puede ser un extraterrestre, una raza alienígena, una corporación, o cualquier colectivo que lo representa en pensamiento, palabra y obra.
Como sujeto representativo Lucifer representa un personaje histórico o mitológico según el caso. Representa a Luzbel hermano de Yahvé que le entregó el árbol del conocimiento al humano, pero también representa un Demonio enemigo de la iglesia católica, el judaísmo y otras religiones, pues es la antípoda de lo que éstas representan.
Todo toma sentido cuando se conoce la verdad, pero ésta está oculta a los ojos y el entendimiento de aquel que no esté lo suficientemente preparado para verla. El Demiurgo cumple su misión sin intereses personales, pero la religión que lo representa es otra cosa muy distinta. El Demiurgo permite al que esté preparado conocer los secretos, porque le corresponden por mandato divino del “Do”. Pero las religiones los ocultan aún cuando debieran transmitirlos para el que tenga oídos y ojos para descubrirlos, traicionando no solo al “Do”, sino al mismo Demiurgo que representan.
Veamos ahora el paradigma del esenio Jesús el nazareno, y su doble naturaleza como hijo de dios e hijo del hombre (la dualidad de los opuestos). Esta dualidad pasa a ser trialidad desde la visión desde fuera de la caja, siendo José/Jesús/Cristo, una misma unidad que es desvelada solo a quienes llegan a los grados iniciáticos más elevados que pueden salirse de la caja. Esta unidad es “Lucifer”, el portador de luz, manifestado por la triada esotérica Luzbel/Jesús/Cristo. Esta triada es Humano/Demiurgo/Logos, pues Luzbel representa al Humano, Jesús al Demiurgo y Cristo al Logos.
Estos son los Seres transmigrados en el Avatar José (el hijo del carpintero), el Demiurgo representado por Jesús, y el Logos representado por Christo. José, cuyo Ser conectado fue Lucifer, era el “portador de luz”, o sea el recipiente que portaría la luz traída por Jesús/Christo.
José/Jesús/Cristo era una trinidad formada por tres Seres que representaban tres jerarquías arquetípicas de la creación del sistema Rawak, la del Logos (Cristo), la del Demiurgo (Abraxas) y la del Humano representado por José. El Ser enlazado a José, era el representante arquetípico de la humanidad, y el representante del futuro paradigma de la Humanidad.
Su nombre fue ocultado y manipulado para que ese paradigma de la Humanidad no fuera posible y perdurara el arquetipo de la humanidad, el humano. El Ser enlazado a José era Luzbel y es el verdadero nombre del liberador de la humanidad, el que entrega la Luz para que el humano abandone las tinieblas de la mente y se convierta en un Humano verdadero, libre y justo. Luzbel o Lucifer (Luxfero), representa el arquetipo espiritual del paradigma de la futura Humanidad .
Naturalmente, ustedes tienen la última palabra. No tienen por qué creer nada de lo que decimos. Sólo les mostramos un hilo del que pueden tirar si movimos algo en su interior. Investiguen, y creanse a ustedes mismos. Por mi parte, nada más. Les espero en el próximo programa. Hasta entonces, un saludo, y feliz existencia.