Esta evocación se realiza en día viernes, en las mismas condiciones que las anteriores. Con la espada de Adonay trazarás dos circunferencias concéntricas, de iguales dimensiones, y en el espacio comprendido entre ellas, grabarás con la lanceta mágica las palabras siguientes: VEN BECHARD – VEN BECHARD – VEN BECHARD. En el centro del círculo trazarás los signos cabalísticos correspondientes, empleando el carbón consagrado. . El fogón debes colocarlo al exterior del círculo. Los perfumes que has de quemar son los de Venus. Harás el sacrificio del gallo, pronunciando las palabras que siguen: «Sorebex kailos anglabis. Recibe, ¡oh Bechard!, la sangre de esta víctima que sacrifico en tu honor«. Los signos que debes trazar en la tirilla de pergamino virgen,…
Este es el comienzo del ritual de invocación a Bechard, el demiurgo del sexo. Se invoca los viernes y enseña a los hombres y a las mujeres el arte de amar; los secretos para hacerse irresistible en las lides amorosas; los medios para alcanzar el amor de una persona; para hacer reñir a los amantes; para destruir matrimonios; enseña el arte de componer filtros, etc. Este demiurgo es utilizado por todos aquellos que alcanzan la fama en la música o el cine, deslumbrando a multitudes con las energías del sexo y control. Bechard se disfraza de mil formas, y todas tienen en común la energía del deseo, producida por el centro instintivo y consumida por el complejo reptiliano del cerebro triúnico. El sistema límbico toma esa energía del deseo sexual que tiene un octanaje H96 y la convierte en un H48 fácilmente consumible. El resultado de este proceso energético de destilación, es el placer y la satisfacción del centro emocional inferior.
Bechard fascina y embruja los sentidos, nubla la razón, hipnotiza la atención y perturba la consciencia con atractivas fantasías. El peligro de Bechard radica en el encanto que produce su falso amor, desembocando en fanatismo e idolatría del ego fascinado hacia el objeto deseado. Trabaja desde el inconsciente colectivo y el subconsciente particular, marcándole a la consciencia artificial el objetivo al que la personalidad virtual tiene que aspirar como referente del placer y la felicidad. Los símbolos, ritos e invocaciones de Bechard pueden verse a menudo en videoclips y canciones de populares artistas, mostrando descaradamente el rostro de Bechard que miles idolatran y siguen al ritmo de la cautivante música y las impactantes imágenes sexuales.
Bechard se alimenta de los egregor producidos por sus inconscientes seguidores, y su bocadillo final, es la perversión última a que lleva su adicción, la violación cada vez más temprana de la inocencia de la niñez. Bechard, el demiurgo del sexo es el más peligroso de todos, pues es el que abre la puerta que utilizan todos los demás demiurgos para ingresar. Se le conoce como el portero del infierno, comparable con Kérberos, el can Cerbero que protege la entrada del hades, Berchad con sus tres cabezas del sexo, el deseo, la lujuria y la pasión, impiden salir a todo aquel que ingresa a su adicción. En la religión católica fue el primer demiurgo que influyó a Adán y Eva luego de su destierro del Edén para que descubrieran los placeres del sexo. Bechard el demiurgo que tienta con su dulce sabor, a probar el falso amor.