«…Si bien todas las lenguas tienen su poder, por eso se usa la neurolingüística para la manipulación de masas (medios audiovisuales, gráficos, televisivos, etc), hay algunas que son las más poderosas a la hora de manejar los campos mórficos. El mayor de los Amasterdamos JJC, hablaba varios idiomas, entre ellos el arameo, hebreo, latín e Irdim. Según que “milagro” necesitaba ejecutar, usaba uno u otro idioma, pues cada una tiene su utilización específica, ya que, al desconocerse el verbo original, fuera del Irdim no hay lengua general que abarque todo el abanico de posibilidades “mágicas”. Las lenguas muertas son las más eficaces por encontrarse más cerca del verbo original, pero en la actualidad se usa el hebreo y el latín como herramientas ejecutoras para el manejo de las energías externas, pues tanto una como otra eran utilizadas por JJC y por consiguiente tienen su aval jerárquico...» P(II)
Saber o estudiar latín o hebreo para manejar las energías etéricas no sirve para nada, pues en la magia no se usan las lenguas de forma habitual, sino de forma «específica«. Para ello es primordial y necesario conocer la metafísica del proceso para así poder armar el diseño metafísico que se necesita para lo que se quiere lograr. Lo primero que haremos es cerrar nuestro universo para acotar los movimientos energéticos a un escenario limitado entre la intención y el propósito del proceso metafísico que utilizaremos. Ahora la pregunta correcta sería ¿Como se cierra un universo? Si bien no es el tema de este artículo y no es necesario para el ejercicio de hoy, por lo observado en los comentarios van bastante encaminados. Diré que por ahora es suficiente solo la observación mínima de la consciencia del movimiento del espacio, o sea, el instante.
¿Cómo piensa un perro si no puede hablar? ¿Cómo sueña un ciego si no puede ver? Ni el perro ni el ciego pueden saber cómo es pensar con palabras o soñar con imágenes y sin embargo piensan y sueñan en su universo particular, pues el perro piensa el instante y el ciego sueña el instante. Me explico, si usted viviera el instante, acota su universo al instante. Sería usted y el instante, o mejor dicho, usted sería nada más que la observación mínima de la consciencia del movimiento del espacio en el éter. Hoy haremos un ejercicio muy simple que todos, si siguieron mínimamente la información e hicieron las tareas, pueden hacer. Vamos a expandir nuestro propio campo mórfico.
Los campos mórficos son elásticos, pueden expandirse hasta cierto punto manteniendo las forma para que la materia tenga un margen de movimiento según se necesite. Me explico, si un campo mórfico fuera rígido, un niño no crecería hasta la adultez, pues el mismo campo limitaría su expansión física. Hay casos de campos mórficos rígidos que la medicina estudia y otros de campos mórficos super elásticos que la medicina también estudia. Pero como esto no es una clase de medicina, no entraremos en tema. Lo que vamos a hacer es expandir el campo mórfico y luego según la energía empleada, este se mantendrá un tiempo expandido hasta comenzar a contraerse nuevamente a su tamaño original, como un globo que se infla y se desinfla. Para ello vamos a contraer el éter para darle lugar al CM para expandirse por vacuidad. Esto sería como meter un globo en un recipiente con agua, e inflarlo haciendo que este ocupe parte del espacio del agua. Ya sabiendo la metafísica del proceso, ahora comencemos con el diseño metafísico del mismo. Como vamos a trabajar con el éter y el campo mórfico, necesitamos para ello acumular y utilizar energías etéricas E(e). Recordemos lo que sabemos hasta ahora de sus normas y leyes
Entropía. «Toda energía externa tiende al desorden de la incertidumbre del caos»
1ª) El manejo de las energías externas es directamente proporcional a la consciencia e inversamente proporcional a la inconsciencia. A mayor consciencia mayor orden, y a mayor inconsciencia, mayor desorden.
2) Las energías externas tienen como mínimo dos influencias, las A, y las B que desordenan y condicionan su funcionamiento, y una tercera C que lo ordena.
3) Las energías etéricas tienden a influenciar en sujetos y objetos al ser dinámicas e interactivas entre dimensiones
Lo que haremos es crear un vórtice de caos para luego ordenar, acumular y utilizar las energías etéricas para influenciar los objetos éter y campo mórfico. Para ello primero nos centraremos en el instante del acto de crear un campo energético o vórtice de caos. El procedimiento es el siguiente:
Parados en posición vertical se frotarán las palmas de las manos en sentido horario hasta crear una zona de calor por fricción. Cuanto más calor se acumula, mayor E(e) concentraremos entre las palmas. Luego daremos una palmada lo más sonora posible, esto producirá un choque entre las energías acumuladas en las manos creando una zona de caos energético entre las palmas (vórtice de caos). Seguidamente extenderemos los brazos haciendo un círculo de arriba abajo alrededor de nosotros y pronunciaremos en voz alta la palabra “estirar” en latín (ad proten) ordenando las energías y dándole un nuevo propósito, pues lo que estamos haciendo en este caso es estirar nuestro campo mórfico para expandirlo en el éter hasta cubrir la vacuidad del campo energético producida por el vórtice de caos.
Ahora la pregunta correcta sería. ¿Cómo sabremos que funcionó? Pues lo sabrán sin lugar a dudas porque lo percibirán física y energéticamente, además no se acercará nada ni nadie más allá de su campo mórfico expandido, y si lo hace será por corto tiempo. Si tiene una mascota, esta se detendrá en el campo mórfico un momento antes de seguir avanzando hacia usted, si lo hace. Si está en un lugar energéticamente cargado esas energías no lo afectarán y si hay insectos como moscas, mosquitos u otros parásitos, no se posarán en su cuerpo. Recuerden que esto no funciona para todos y que el tiempo de expansión del CM es variable según el caso. Puede durar horas, minutos o segundos. Ahora queda que experimenten, comenten y compartan sus experiencias, para que todos se nutran de la información aportada por cada uno de ustedes.
Nota: No siempre se usa la misma palabra para la misma necesidad, pues la palabra depende del diseño metafísico y no del proceso metafísico. En este caso el diseño fue simple y acorde a la necesidad del ejercicio. Por consiguiente, la palabra o frase utilizada tiene que describir la intención y no el propósito del mismo.