Creando realidad
Cada vez que aceptamos los preceptos de este sistema en que se basa la realidad que nos rodea, ésa que han fabricado para nosotros, la estamos alimentando, sosteniendo y, por tanto, perpetuando. Cada vez que aceptamos como cierto que todo está corrompido, que no hay nada que hacer, que los humanos no cambiarán y que somos simples ovejas sin valores y sin criterio, lo seguimos perpetuando.
Aquello que aceptas y crees como verdadero, es lo mismo que alimentas, le das fuerza y realidad… Ya sé que, a veces, parece difícil creer en otra cosa cuando nos relacionamos con el exterior que nos rodea, esa realidad que parece nos aplasta con toda su crudeza haciendo retroceder tus buenos sentimientos para una mejor ocasión. Pero una cosa es callar cuando la prudencia lo aconseja y otra es ceder en tus ideales, dejar de creer en ellos, porque entonces estamos claudicando nosotros también.
La realidad que nos rodea tiene su asiento en nuestras proyecciones, conscientes o inconscientes. Alguien que quiere crear una nueva realidad lo hace en base a sus certezas, no a sus dudas e inseguridades, pues la frecuencia energética tiene que mantenerse constante para que se manifieste. No vale el ahora si y ahora no, no vale la intermitencia, cuando se quiere cambiar algo que ya está bien programado e implantado.
Cuando tenemos nociones de un mundo mejor, en gran medida no proviene del exterior, sino del interior, es algo que sientes profundamente, como un recuerdo lejano, como una vivencia perdida, como un anhelo del hogar al que perteneces. Es algo que merece la pena defender, por lo que merece la pena luchar, algo que merece la pena crear. Y lo creamos cuando nos mantenemos fieles a esos efluvios que emanan del Ser, cuando no nos dejamos derrotar, sino que procedemos con coherencia en pensamiento, palabra y obra; de manera que esa realidad tardará más o menos en manifestarse a nivel general, pero en nosotros, en nuestro universo particular, ya se está expresando, porque somos parte de ella, somos el cambio que habría de venir.
Esa nueva realidad se crea día a día con Seres Humanos responsables y conscientes, con respeto y consideración a su prójimo, con firmeza y equilibrio; Seres que se ha reconocido en su reflejo interior y que lo proyectan en el exterior a través de sus acciones, Seres que no pueden ser derrotados… porque han recordado.
Creer para ver
Hace tiempo que dejamos de creer. Dejamos de creer en curas y sacerdotes, en políticos y dirigentes, en científicos y farmacéuticas, en bancos y financieras… pues llegó la hora de enfrentar la realidad en toda su crudeza, de no dejarnos llevar por dogmas engañosos y promesas que nunca se cumplen.
Hace tiempo que dejamos de creer, como cuando dejamos de ser críos y tenemos que enfrentarnos al mundo real, dejando atrás los cuentos de princesas y caballeros, de inocencia y fantasía, de mundos de color de rosa y del miedo a que venga el lobo.
Hace tiempo que, como humanidad, dejamos de creer en cuentos de hadas para darnos un bofetón con la pobreza y la miseria que nos rodea, con el sufrimiento y el dolor tanto propio como ajeno, con el desempleo y la dependencia del dinero, con el trabajo y su esclavitud, con la enfermedad y la manipulación de nuestra salud; con haberse convertido la existencia en un gran negocio donde todo se compra y se vende, donde todo se mueve por beneficios en una carrera de consumismo y competitividad pisándonos los unos a los otros.
Ahora nos encontramos en el mundo de los descreídos, en el mundo de lo rentable, donde cada uno va a lo suyo y solo se mueve por intereses, sin propósito ni dirección común, en desbandada. Poco parece importar sino sobrevivir, el sálvese quien pueda y el más listo se la lleva.
Había que echar abajo tanto arquetipo ficticio, creado para el control y la manipulación, había que romper con tanta programación implantada para empezar a liberarnos; pero el riesgo siempre fue que dejáramos de creer en nada, que tanta información mostrada en tan poco tiempo terminara convirtiéndose en una «sobredosis de información».
Tenemos que comprender que todo fue necesario para romper con la programación, para permitir que surgiera lo nuevo y revolucionario, aquello que siempre quedó ocultado entre capas y capas de ilusiones, de mentiras, de falsedades, de cuentos para críos. Sin embargo, ahora tenemos que encontrar una dirección, un propósito y un camino que debemos andar juntos para construir entre todos el mundo que queremos. Ahora llegó el momento del Ser Humano que debe encontrar dentro de sí su propia identidad para forjar su destino.
Una vez liberados de la ilusión de dioses de barro y salvadores, de iglesias y extraterrestres, de políticas y falsas democracias, de ciencias y economías al servicio de unos pocos; solo nos queda volver la mirada hacia el interior y reconocer desde la consciencia que todo cambio pasa por nosotros mismos y que un mundo mejor se construye con seres que asumen su responsabilidad, que no depositan su futuro en manos ajenas, que actúan con respeto y consideración, abandonando la competitividad por la cooperación y el egoísmo por el bien común.
No podemos esperar de los demás aquello que no estamos dispuestos a ofrecer, ni desear regalos que no nos merecemos. Siempre nos dijeron que hay que ver para creer, pero ¿cómo ver lo que no creemos?, ¿tendrá sustento y realidad para nosotros algo en lo que ni siquiera creemos posible, si queremos una cosa y hacemos lo contrario?… ¿o será necesario creer en algo y actuar en consecuencia para que ese algo se haga realidad? ¿no será que hay que creer para ver?…
Pero la más importante pregunta que debemos hacernos, más allá del ego y el protagonismo, es: ¿creo en mí mismo?…
Ángel .º.