Prisioneros de la mente
Resbaladizo es el problema de la mente, pues el primer escollo que nos encontramos es que nos identificamos con nuestra mente, nos creemos que somos lo que pensamos, y entonces defendemos nuestros pensamientos por encima de todo, como si fuera nuestra forma de ser.
Como Ser humano somos mucho más que la mente, sin embargo nuestra consciencia virtual está supeditada a ella y se rige por sus parámetros de apreciación. Sabemos que nuestros cinco sentidos normales nos dan una visión acotada de la realidad, también que en su transmisión de datos se pierde o deforma la esencia de las cosas, pero seguimos dependiendo de ellos en gran medida.
En la mente se manifiestan nuestros más «queridos» arquetipos que se han ido formando desde la más tierna infancia, todas nuestras experiencias, agradables y traumáticas, todas las creencias, ideas y opiniones formadas, estereotipos, gustos y disgustos, tendencias e inclinaciones… Como personas pensantes, somos hijos de nuestro tiempo, condicionados por la cultura y el ambiente, dando como resultado un tipo de mente influenciada por las circunstancias y el paradigma reinante.
Al brotar la necesidad de búsqueda interior, uno investiga, estudia, indaga, medita e intenta ir más allá de los límites acotados de esta realidad subjetiva, pero la mente por sí sola no puede llegar a la verdad. Entonces elabora teorías y conceptos, hipótesis y creencias, asume y descarta, discute y apoya, acepta y rechaza… Porque, bajo su mirada, e influenciada siempre por la oscilación del péndulo, no sabe salir de la dualidad. Entonces se encierra en el laberinto de sus propios pensamientos, presa de sus sombras, e incapaz de ver una salida.
La mente va de lo conocido a lo conocido, no pudiendo abarcar lo que desconoce, sino solo sospechar entre dudas, teorizar y catalogar entre el bien y el mal, entre lo que cree o no cree, pero no sabe. Incluso lo que pensamos como conocido muchas veces es errado y se construye sobre falsos postulados. La incertidumbre se hace patente, fragmentando una mente que se balancea entre los opuestos y se encierra en la trampa de la dualidad, presa de su propio laberinto insondable, la inconsciencia.
Como idea, como pensamiento, todo tiene su contraparte. A cada idea se le puede oponer otra de igual magnitud, toda jugada tiene su contrajugada y a toda corriente una contracorriente para restarle verosimilitud. La mente es dual por naturaleza y sin la tercera energía, la neutra, que armoniza y concilia los opuestos, no puede avanzar.
Existe también, todo hay que decirlo, un cinturón de seguridad autocreado que hemos formado alrededor de la mente, una zona de confort que nos resistimos a abandonar, esa zona que nos dice que nos mantengamos con los pies en el suelo y aferrados a algo concreto, lo conocido y familiar, que no nos adentremos en romper lo convencional porque se pone en riesgo la propia cordura y nos aleja de los demás.
Evidentemente la expansión de los límites conocidos es lo que la mente cataloga como «desconocido», lleno de peligros y con riesgo de quimeras, donde el miedo nos hace retroceder hasta la zona de seguridad; pero también donde el ego sigue siendo el rey, preservando así sus pasiones y placeres, que los tiene, pero sobre todo, donde sigue estando al mando.
No debemos de confundir a los exploradores sinceros con los cazadores de mariposas. Los aventureros y exploradores siempre han sido valientes e intrépidos, pero guiados por la cautela, haciendo uso del propio discernimiento y sopesando cada paso que le adentra en lo desconocido. Aún así, no se dejan amedrentar ni los riesgos le detienen, pues una fuerza interior les impulsa a indagar, a avanzar.
Para salir de la prisión del laberinto se necesita primero reconocerlo, y luego de una apertura mental, librándose de los arquetipos rígidos y limitantes, se necesita de la expansión de la consciencia que busque captar el alma o esencia de las cosas, las energías detrás de la información, para encontrar las certezas que serán el alimento de la formación del espíritu, de manera que éste active los centros superiores del Ser, cristalice como enlace y liberen al prisionero.
Ángel .º.