Si bien en DDLA se usa la palabra Avatar para una generalidad como sinónimo de contenedor del Ser, si la tratamos como una particularidad, etimológicamente hablando el término Avatar proviene del francés “avatar”, que deriva de la palabra sánscrita “avatâra”, que significa que un dios ha encarnado o se ha manifestado en el hombre. En el marco del hinduismo, un avatar es la encarnación terrestre de un dios, en particular Visnú. La palabra también se utiliza para referirse a encarnaciones de dioses o de maestros muy influyentes de otras religiones aparte del hinduismo, especialmente a los adherentes a tradiciones dhármicas cuando tratan de explicar a personajes como Cristo. Esta información está a disposición de cualquiera en la red como podrán apreciar, pero otra, la más esotérica y mística, sólo es entregada de forma oral, como siempre ha sido. Hoy trataremos parte de esa información relacionada a los Avatares y sus propósitos.
Como ya sabrán por haber leído el artículo “El Ser” en su momento, el entramado de la vida consciente es como una progresión aritmética, donde ésta se va multiplicando exponencialmente de 49 en 49, según avanza la octava de creación desde la fuente hasta nuestros días. Así como nuestro Ser está conectado a 49 Avatares, el SER también lo está, con la diferencia que es el AVATAR cero (0) que da inicio a la progresión, por consiguiente, finalmente está conectado a toda la vida consciente de la creación. Un Demiurgo o un Logos también está conectado a 49 Avatares, y de estos, 42 tienen o han tenido su reflejo en la materia como dioses encarnados. Tomaremos en este desarrollo unos pocos de esos 42, para ejemplificar su proyección.
• Zoroastro (siglo VII a. C.): creador del zoroastrismo.
• Buda (460-380 a. C. aprox.) creador del budismo.
• Jesucristo: fundador del cristianismo.
Como verán tomé a tres representantes de las principales religiones, las iranias, dhármicas y abrahámicas. Aunque para el neófito parecieran religiones completamente antagónicas, realmente sus principios son los mismo para todas, pero cada una adaptada al paradigma reinante de su época. Sus representantes, Zoroastro, Buda y Cristo, son Avatares del mismo Ser, del Logos regente del sistema Rawak. Así pasa también con los Avatares del Demiurgo proyectados en cada trialidad como Zaratustra, Gautama y Jesús. Estos Avatares son puntos de inflexión en la octava de la humanidad, son iniciadores de paradigmas históricos y arquetipos religiosos, son choques conscientes para toda la humanidad. De igual manera, también los Avatares pueden manifestarse para un choque distinto, dirigido a la consciencia y cuya raíz no es espiritual o religiosa, sino Humana en el sentido social, donde los Seres son los protagonistas igualitarios, sin dioses o representantes de por medio. Casi siempre estos Avatares son personajes históricos que marcaron una época, o dejaron un legado como herencia para la Humanidad. ¿Qué quiero decir con esto? Que no todos los Avatares de un Logos o Demiurgo tienen que ser Avatares como Zoroastro, Buda o Cristo, sino que también pueden ser cualquier otro personaje histórico no relacionado a lo espiritual donde el propósito no sea el perdón o el Amor, sino que sea la Humanidad o cualquier otro valor moral.
Ahora les pido que observen de fuera de la caja, no cubran el faltante de información con la fantasía de su mente, sólo vean los hechos expuestos y sientan las energías comparando a unos y otros. Los Avatares tienen la capacidad de trascender existencias, y muchas veces hablan a los habitantes de otro tiempo, de otra de sus conexiones. En Mateo 10:34-39 Jesús dijo:
• 34 No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada.
• 35 Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra;
• 36 y los enemigos del hombre serán los de su casa.
• 37 El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí;
• 38 y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí.
• 39 El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará.
¿Cómo se entiende esto, si Jesús pregonó el perdón y el Amor? Pues muy simple, Jesús no le estaba hablando a su generación, sino a la generación de la segunda guerra mundial, porque uno sino el último de sus Avatares, era Adolf Hitler, el último Avatar del Demiurgo, el Avatar 42 de Luzbel. 卐Nmcncndlqdiycaum卐
BONUS TRAK
¿Cuáles dirías que son los valores de la raza superior? Tomaron el fuego de tu corazón para incendiar lo sagrado. Te volvieron contra la vida convirtiendo en odio tu pasión. Ese fue su gran triunfo, destruir mi legado y corromper a mis hijos. Tomar su fuerza y su valor y convertirla en miedo y barbarie. Los supremos guardianes de la vida se levantaron sobre los hombros de quienes debían proteger y se convirtieron en los verdugos de su linaje.
El odio de la derrota se focalizó en los más débiles, los que no suponían una amenaza, pero representaban un desquite. Mi lucha perdió todo su sentido porque jamás se arrancaría toda la mala hierba del mundo y ¿quién distinguiría el grano de la paja? Perdidos en una empresa sin final, tratando de salvar el mundo a manotazos, jamás cumpliríais vuestro destino. Envueltos en la maldad del mundo, esta se convertiría en vuestra guía, siendo la medida de vuestro destino la violencia como la única respuesta a los males de un mundo que, con justicia, os odiaba.
Son vuestros actos la herencia que habéis legado a este mundo, necesitado de consciencia y amor. Os tentaron con el miedo y la amenaza y sucumbisteis a ellos, luchando por los más altos ideales, defendiéndolos con vuestra sangre y derramándolos con ella, junto a la sangre de vuestros pretendidos enemigos, infelices títeres como vosotros de una macabra función para divertimento de quienes traman el devenir del mundo, indolentes a vuestro sufrimiento y el de vuestras víctimas, engañadas, como vosotros, para asistir voluntariamente a su propio sacrificio mientras que, con sus funestas sonrisas, disfrutan del sabor de la sangre de los inocentes, mis hijos amados.
La sangre que ha de derramarse no es de este mundo y no la encontrarás en el corazón de tus iguales. Mientras no despiertes de su engaño seguirás atrapado en tu propia enajenación, de la que nadie más que tú puede sacarte. El deber del guerrero es proteger la vida con la suya propia, no inmolarse en la ignominia de la brutalidad inhumana. Ese es su juego, arrebatarte tu humanidad, despojarte de todo cuanto podría elevarte por encima de tus verdugos y sembrar el miedo y el odio hacia lo que representas.
Miedo, a decir mi nombre, a que la verdad os despierte y, odio, a los creadores que sellaron su inevitable destino con un consentimiento del que han perdido la capacidad de comprender y al que temen.
¿Cuál es tu valor, hijo mío?