El otro día deliberaba con personas cercanas a mí sobre las emociones que sentimos con respecto a la humanidad. Cierto es que había opiniones de todo tipo, aunque mayormente todas eran «positivas». Sobre todo cuando se paraban a analizar lo que sentían, y no lo que su personalidad les decía al respecto.
– Cuando escuchaban a su «cabeza» veían que el mundo esta del revés, la típica frase de «esto tiene que petar por algún sitio», veían un despertar lento, en el que, con la mayoría de personas que les rodeaban, no podían hablar de sentimientos, de energías, de prosperidad… Un mundo en el que no podían compartir su visión del mismo, ya que creían que se le tacharía de optimistas irracionales y poco objetivos, por no decir «locos». Un mundo en el que la gente está robotizada y sumida en el sistema y la materia.
– Cuando apagaban el ruido mental y salían de esta percepción en mucha parte manipulada y condicionada por el sistema y el inconsciente colectivo, y se detenían a mirar el mundo desde su interior, desde su esencia, desde sus sentimientos…, veían algo completamente diferente. No sólo sentían la esperanza de que todo va a mejorar, sino que sentían que ya estaba pasando. Es más, casi podían percibir que de alguna manera eso ya había pasado y que nos dirigíamos indudablemente hacia ese «futuro». Comprendían que todo pasa por algo, que todo tiene un orden perfecto, y que a pesar de lo que nuestro ego, nuestras subpersonalidades, nuestros miedos o nuestra programación mental nos digan, nuestro interior sabe que la humanidad está despertando. Que quien más o quien menos quiere mejorarse a sí mismo, que el tema de las energías, el espíritu o la metafísica (por ponerle algún nombre) no es tan tabú como pensaban, que las personas quieren manifestar su plenitud a través de su esencia, que quieren fluir, que quieren Ser!
Aquí vemos una gran diferencia entre opinar, hablar y vivir de manera inconsciente yendo por donde el inconsciente colectivo nos quiere hacer ir, o bien viviendo, opinando, hablando, sintiendo, amando la vida y cada instante desde un «pensamiento» consciente. Obviamente lo que siempre digo de pensar, sentir y actuar en concordancia en el primer punto quedaría obsoleto, ya que mientras la cabeza nos dice lo mal que esta todo, nuestro corazón sabe que eso no es así. Y entonces ¿cuáles son nuestros actos? Normalmente caóticos, sin conciencia ni propósito, y aunque fuesen lo más bondadosos posibles, la cadena de pensamiento, emoción y acción no cumpliría su objetivo.
Así pues, ser conscientes! Vivir la vida desde vuestros corazones, y cuando el pensamiento casi inconsciente discrepe, hacedlo consciente, sacar vuestras sombras a la luz, convencerlas y si es necesario, reprogramarlas! Sabed que el corazón y nuestra esencia no son programables, pero nuestra mente si lo es. La naturaleza y el universo son sabios…, así pues, no creéis que eso está hecho así con un propósito? Tal vez el propósito de abrir nuestra mente, de vaciar esa copa para llenarla con «programas o creencias» que nos permitan sentir las emociones que nos favorecen, y que nuestro corazón y la energía del amor puedan manifestarse en toda su plenitud.
En este bonito intercambio de opiniones que tuve me di cuenta de que de alguna manera mi mente, mi corazón y mi esencia, en la mayoría de los casos están bastante de acuerdo… Digo en la mayoría de los casos porque me puedo despistar, porque a pesar de haberme reprogramado y de intentar ser coherente entre mis pensamientos, mis emociones y mis actos, nadie está libre de «errores», y lo pongo entre comillas porque en mi visión del mundo y de la existencia, todo error también tiene un por y para qué.
Intente poner nombre a mi sensación, intente describirla con palabras, pero no pude. No encontraba palabras humanas que describieran lo que siento cuando veo el mundo y cuando intento «imaginar» como «será»…
Así que una de las maravillosas personas que estaba allí, dijo: Por lo que dices y por como lo dices, creo que sólo se me ocurre una palabra: CERTEZA.
Así es, CERTEZA. Tengo la total certeza y convicción de que vamos bien! Sé que siempre os lo digo, y que cuando me pongo reflexiva siempre acabo con la misma frase, pero es que no puedo decirlo de otra forma porque así es. Además pienso que nos intentan hacer creer de muchas maneras que todo está muy mal, y que vamos a peor, y hay que equilibrar esa balanza porque para más inri, desde mi universo particular, eso no es cierto.
Felicidades a todos los valientes que se atreven a mirar hacia dentro, felicidades a todos aquellos que se enfrentan a ver sus sombras, y felicidades porque una vez las hacéis conscientes trabajáis para que se iluminen con la luz de vuestro espíritu!!
Repito lo de siempre, no os creáis lo que leéis en internet, no os creáis lo que veis en la tele, no os creáis lo que escucháis en la radio, ni lo que os diga el vecino, el amigo de toda la vida, vuestra familia, vuestra mente programada, ni si quiera me creáis a mi… Deteneros, apagad vuestros pensamientos y sentir! De nuevo, leed esto relajados, sin juicios, sin opiniones de vuestra «personalidad artificial» y de nuevo, sentir! Así encontrareis vuestra particular CERTEZA, y esa será la que construya vuestro mundo!