Antes de comenzar haré algunas observaciones del ejercicio pasado. Viendo los comentarios he observado que hay de todo en la viña del señor, como decía mi abuela. Desde los que no comprendieron que no era un ejercicio de preguntas y respuestas, hasta los que dejaron cabalgar al deseo libremente por los campos de su desconsideración. Fueron escasos los que apuntaron hacia las necesidades particulares y generales del grupo, que era la acción correcta. Hubo quienes se centraron en un tema y quienes diversificaron en varios de su interés, pero visto la generalidad de los comentarios, observé que había coincidencias significativas en varios temas cuyo denominador común era el mental, así que como el mental es un tema tratado larga y reiteradamente en DDLA, opté por el ejemplo práctico de cómo termina el mental de alguien que no le prestó la necesaria atención, limpieza y trabajo, siendo finalmente cosechado por sus propios demonios. Luego observé que los egos seguían sueltos, atados pero sueltos, queriendo hacer de las suyas desde lugares que no le corresponde.
Un día investigando la procedencia de lo sobrenatural, encontró un viejo libro dentro de un baúl en el altillo de la casa de su abuela, era un viejo libro del siglo XIX de duras tapas oscuras, no sabía si era por el polvo y el tiempo, o porque ese era su color original. Le llamó la atención un dibujo o filigrana en su portada, era un sello o escudo con dos dragones enfrentados y una espada, le recordó a la historia de la orden del dragón que le contaba su abuela, pero en este caso, el libro no trataba solo de eso, sino también de ¡Magia esotérica medieval!! Junto con el libro, el baúl contenía unos huesos, un vestido de época que parecía de nupcias y una insignia o medalla con una cruz y un dragón.
El libro relataba la historia de la orden y luego entraba en relatos esotéricos sobre magia y poderes ocultos que manejaban los caballeros de la orden, sus usos y pases para esto o aquello y relataba historias de cómo fueron utilizados algunos de ellos. En uno de los capítulos hablaba del «occultatum», un pase de magia medieval para hacer invisibles objetos y sujetos a la vista de todos. Contaba como se había utilizado para ocultar símbolos y reliquias como el cáliz de Cristo, el arca de la alianza, la mesa de Salomón y hasta la misma Atlántida, que según decía el libro, aún estaba ahí a la vista de todos. Fascinado con este misterioso libro subía todos los días al altillo a leer unos párrafos o algún capítulo, pues no quería llevárselo con él, necesitaba mantenerlo oculto y en secreto para degustarlo lento, como si fuera un exquisito dulce. Cada palabra, cada frase, cada párrafo, cada historia que salía de aquel libro era mágica, así que leía despacio y poco por día, luego se iba a pensar sobre lo leído y practicar en soledad esos pases mágicos en algún lugar alejado y tranquilo. Por más que estudiaba y practicaba, ningún pase le funcionaba, no obtenía resultado alguno ni con el más simple de ellos. Llegó a pensar que solo era un libro de historias fantásticas, cuentos para niños como los que le contaba su abuela por las noches. Aunque lo abrumaba la desilusión, no abandonaba el objetivo y seguía duplicando el esfuerzo, si antes practicaba solo un rato, ahora practicaba todo el tiempo, pero nada sucedía, pensó que seguramente algo estaba haciendo mal. Se concentró solo en practicar el pase occultatum, que era el que más lo atraía, quizás así concentrando toda su atención en comprender como funcionaba y practicar incansablemente lograría algo, pero nada, nada sucedía.
Un día recordó que el libro hablaba de un talismán, un objeto que los magos usaban para concentrar su energía. Pensó que quizás sería ese objeto el que le faltaba y se acordó de la insignia o medalla con una cruz y un dragón que contenía el baúl. Corrió a la casa de su abuela a buscar esa insignia, subió al altillo apresurado y descubrió que ¡el baúl no estaba!! Buscó y buscó por todos los rincones, entre viejos trastos, y no estaba. En su desesperación pensó que quizás su abuela había hecho limpieza y lo habría tirado. Bajó excitado, temeroso, nervioso por la posibilidad de que sea así. Su abuela se encontraba en la cocina preparando la comida mientras pensaba en voz alta como lo hacía habitualmente. Se acercó despacio, tomó coraje, respiro profundo y le preguntó si no había visto el baúl del altillo. Su abuela dejó de cortar la cebolla, se giró y le preguntó sorprendida de que baúl hablaba y le dijo que el único baúl que tenían, era uno que había traído su abuelo de Rumanía, pero que había desapareció tiempo después.
Sorprendido e incrédulo volvió sobre sus pasos. Pensó que quizás su abuelo le había hecho el pase de invisibilidad y por algún motivo él lo había visto, pero ¿por qué no lo veía ahora? entonces recordó el talismán, su propio talismán que llevaba en el bolsillo, la nuez. Ahí comprendió que el pase quizás había funcionado, ocultó su secreto más preciado sin saberlo, el libro, lástima que no había concluido de leerlo y desconocía como revertir el occultatum, quizás algún día lo descubriera o el baúl apareciera nuevamente ante él. Por ahora, se quedó satisfecho con lo conseguido, haya sido o no verdad, y se sentó feliz y sonriente a escuchar un disco de música épica medieval en el viejo combinado de su abuela.