Siempre les pregunté hasta dónde están dispuestos a llegar, hoy creo que la pregunta correcta sería, ¿hasta donde están dispuestos a soportar? ¿hasta que se fagociten a sus hijos, a los hijos de sus hijos, a los niños propios y ajenos? Creo que esta sociedad está perdida, está muerta y podrida, está completamente cosechada, solo quedan algunos Humanos en pie por aquí y por allá que no se animan a levantar la voz, a luchar, a resistir la inva-sión y toma de espacio matricial y mental de los demonios. Estamos transitando el escenario uno y nadie se lo cree, porque si así fuera no permitiríamos lo que permitimos, no estaríamos protestando indignados desde la cómoda pantalla de un móvil mientras nos colonizan el mental, estaríamos resistiendo, combatiendo, luchando ante esta demoniaca aberración que nos fagocita y pudre el alma desde la más temprana edad.
Carta de un iniciado refleja fielmente nuestra cómoda apatía, nuestro desinterés en intervenir y nuestra naturaleza pasiva ante los demonios y las circunstancias adversas que se nos presentan diariamente consumiendo nuestra supuesta «humanidad». JJC nos cuenta de forma clara y descriptiva cómo a pesar de toda su voluntad y confianza en el humano, éste lo defrauda y traiciona hasta el punto de crucificarlo por intentar liberar a la humanidad de las cadenas de su propia mente. En ese momento donde JJC en la cruz supuestamente dice: «padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» (referido al pueblo judío en general y a los humanos que lo crucificaron en particular) comienza una octava paralela a la del mismo JJC donde el pedido de perdón es tomado por los demonios judíos como un «indulto» que le habilita a seguir haciendo lo que hacen (Yom Kipur). Jesús nunca dijo esa frase.
El perdón era la octava que Jesús vino a iniciar como Demiurgo (Abraxas), pero no el perdón ajeno, sino el propio, el primer acto consciente, pues es la única forma de que el Demiurgo se perdone verdaderamente, limpiando el pecado de la inconsciencia del error que no lo fue, el más importante de todos y sostenedor de toda miseria, pues nuestra inconsciencia es la mirada revertida de la esfera de consciencia demiúrgica. Solo el Amor puede sanar y perdonar iluminando nuestra inconsciencia para que la consciencia (Luzbel) se manifieste.
“…José/Jesús/Cristo era una trinidad formada por tres Seres que representaban tres jerarquías arquetípicas de la creación del sistema Rawak, la del Logos (Cristo), la del Demiurgo (Abraxas) y la del Humano representado por José. El Ser enlazado a José, era el representante arquetípico de la humanidad, y el representante del futuro paradigma de la Humanidad. Su nombre fue ocultado y manipulado para que ese paradigma de la Humanidad no fuera posible y perdurara el arquetipo de la humanidad, el humano. El Ser enlazado a José era Luzbel y es el verdadero nombre del liberador de la humanidad, el que entrega la Luz para que el humano abandone las tinieblas de la mente y se convierta en un Humano verdadero, libre y justo. Luzbel o Lucifer (Luxfero), el arquetipo espiritual del paradigma de la futura Humanidad…” Recomiendo la lectura del artículo completo y todos sus asociados.
Volviendo al tema y dejando claro el rol de JJC, ahora veamos el porqué de esa recurrencia en permitir que los demonios avancen en su propósito. Lo primero que debemos saber y conocer es la verdadera frase que dijo Jesús. Esta fue: «Padre, perdóname, porque no sabía lo que hacía» Jesús como Demiurgo se arrepiente por el error que no lo fue, por no perdonarse cuando debía hacerlo, pues en ese preciso instante permitió que los demonios existieran y que la octava paralela clave de Fa fuera creará. A partir de ese momento comienza el perdón del Demiurgo, pero condicionado a cada autoperdón del humano y dejando a los demonios fuera de la ecuación, pues cuando todos nos perdonemos los demonios pierden todo poder y su existencia no tiene sentido. Ahora la pregunta obligada es ¿Por qué seguimos permitiendo lo que permitimos? y la respuesta es muy simple, porque aún no nos hemos perdonado. En el momento del autoperdón las miserias ya no tienen cabida, la recurrencia tampoco y menos el seguir permitiendo lo que ahora permitimos, porque veremos bien claro quién es quién, quién es humano y quién demonio, quien miente y quien sincera, quien suda miserias y quien exhala virtudes, ya no hay forma que nos engañen porque nos hemos perdonado y no podremos cometer los mismos errores que nos llevaron a los mismos miserables resultados, pues nosotros habremos, iniciado el fuego…
Carta de un iniciado refleja fielmente nuestra cómoda apatía, nuestro desinterés en intervenir y nuestra naturaleza pasiva ante los demonios y las circunstancias adversas que se nos presentan diariamente consumiendo nuestra supuesta «humanidad». JJC nos cuenta de forma clara y descriptiva cómo a pesar de toda su voluntad y confianza en el humano, éste lo defrauda y traiciona hasta el punto de crucificarlo por intentar liberar a la humanidad de las cadenas de su propia mente. En ese momento donde JJC en la cruz supuestamente dice: «padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» (referido al pueblo judío en general y a los humanos que lo crucificaron en particular) comienza una octava paralela a la del mismo JJC donde el pedido de perdón es tomado por los demonios judíos como un «indulto» que le habilita a seguir haciendo lo que hacen (Yom Kipur). Jesús nunca dijo esa frase.
El perdón era la octava que Jesús vino a iniciar como Demiurgo (Abraxas), pero no el perdón ajeno, sino el propio, el primer acto consciente, pues es la única forma de que el Demiurgo se perdone verdaderamente, limpiando el pecado de la inconsciencia del error que no lo fue, el más importante de todos y sostenedor de toda miseria, pues nuestra inconsciencia es la mirada revertida de la esfera de consciencia demiúrgica. Solo el Amor puede sanar y perdonar iluminando nuestra inconsciencia para que la consciencia (Luzbel) se manifieste.
“…José/Jesús/Cristo era una trinidad formada por tres Seres que representaban tres jerarquías arquetípicas de la creación del sistema Rawak, la del Logos (Cristo), la del Demiurgo (Abraxas) y la del Humano representado por José. El Ser enlazado a José, era el representante arquetípico de la humanidad, y el representante del futuro paradigma de la Humanidad. Su nombre fue ocultado y manipulado para que ese paradigma de la Humanidad no fuera posible y perdurara el arquetipo de la humanidad, el humano. El Ser enlazado a José era Luzbel y es el verdadero nombre del liberador de la humanidad, el que entrega la Luz para que el humano abandone las tinieblas de la mente y se convierta en un Humano verdadero, libre y justo. Luzbel o Lucifer (Luxfero), el arquetipo espiritual del paradigma de la futura Humanidad…” Recomiendo la lectura del artículo completo y todos sus asociados.
Volviendo al tema y dejando claro el rol de JJC, ahora veamos el porqué de esa recurrencia en permitir que los demonios avancen en su propósito. Lo primero que debemos saber y conocer es la verdadera frase que dijo Jesús. Esta fue: «Padre, perdóname, porque no sabía lo que hacía» Jesús como Demiurgo se arrepiente por el error que no lo fue, por no perdonarse cuando debía hacerlo, pues en ese preciso instante permitió que los demonios existieran y que la octava paralela clave de Fa fuera creará. A partir de ese momento comienza el perdón del Demiurgo, pero condicionado a cada autoperdón del humano y dejando a los demonios fuera de la ecuación, pues cuando todos nos perdonemos los demonios pierden todo poder y su existencia no tiene sentido. Ahora la pregunta obligada es ¿Por qué seguimos permitiendo lo que permitimos? y la respuesta es muy simple, porque aún no nos hemos perdonado. En el momento del autoperdón las miserias ya no tienen cabida, la recurrencia tampoco y menos el seguir permitiendo lo que ahora permitimos, porque veremos bien claro quién es quién, quién es humano y quién demonio, quien miente y quien sincera, quien suda miserias y quien exhala virtudes, ya no hay forma que nos engañen porque nos hemos perdonado y no podremos cometer los mismos errores que nos llevaron a los mismos miserables resultados, pues nosotros habremos, iniciado el fuego…
Ahora vuelvo a preguntar, ¿Hasta dónde está dispuesto a soportar? ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar?… Usted tiene la respuesta.